- Mar Dic 28, 2004 10:51
#77279
REFLEXIONANDO, REFLEXIONANDO...
El otro día, en uno de los escasos momentos de lucidez de los que disfruto durante el día, estuve hablando un rato largo con un buen amigo, endurero él, de los de antes para más señas, y al que ya no le permiten correr en veteranos ya que por edad le han pasado automáticamente a veteranísimos.
Bueno, el caso es que hablábamos de esto de las 250 4T de ahora, de estas de carreras, y él me decía que no se compraba una 250 4T ni borracho, que aquello no iba ni cuesta abajo. Que las motos con mucho motor le desmontaban y le exigían cada vez más, y que su cuerpo serrano ya no estaba como hace 30 años. Esto último me lo dijo casi entre sollozos recordando lo bien que llevaba su 360 H6 y su SWM 440, más bien para justificarse, pensé yo.
Me comentaba mi amigo que una 125 de las de ahora que sí que iba muy bien, que ya ni siquiera hacía falta abrirles el motor porque un pistón te duraba una temporada sin problemas y que además la llevabas tú a ella siempre con potencia suficiente.
Que incluso, si la KTM 85 no hubiera salido tan mala, se pillaba una para dejarla como una de las antiguas enduros de 80 pero en actual claro, pero que bajo ningún concepto una 250 4T, que eso era yuyuuuuu.
Hablamos, más él que yo, todo hay que decirlo, sobre lo fácil que se llevan estas 4T pequeñas por sitios sin dificultad y lo complicadas que son en trialeras de verdad, de las bonitas de escalones.
Claro, mi amigo me decía que este era el punto de vista nuestro como aficionadillos de medio pelo, pero que “los buenos” o mejor dicho, “los tíos muy finos” no tenían este problema porque este tipo de motor les venía mucho mejor que uno grande y además estos elementos se podían permitir hacer las cronos a fondo sin cortar, y que si Merriman, que si tal…y claro, ya cuando empezó a hablar de Merrimanes y similares cambié de tema, porque la verdad yo a estos chicos famosos los tengo muy muy poco cataos.
El caso es que le vi tan convencido, que como yo soy un endurero fácil, me dejé embaucar por él y le juré que jamás me compraría una de estas pequeñas 4T, que nada , que ni de coña que antes muerto que sencillo…digoooo que con una 250 4T.
Recordamos el tema de las modas en esto del enduro dominguero, que no el de los Merrimanes, y cómo ya había pasado esto antes con muchas otras motos.
Montesas, Bultacos, SWMs, japos endurizadas aparte, nos centramos en las últimas modas que recordábamos como por ejemplo allá por el 98 cuando el personal se pegaba por las YAM WR 400.
La gente se pegaba por ellas para comprarlas y la verdad es que cuando se metían en alguna trialera graciosa, al final acababan pegandolas patadas de verdad, cuando estas WR de enduro que no eran sino motos de cross con unas pistonadas a bajas vueltas que parecían caballos al trote, te dejaba más tirado que una colilla en pleno escalón hasta que por fin echabas la papilla intentando arrancarla. Desde luego que para sudar resultaban mucho mejor que una sauna y ejercicio hacías más que en la marathon de Nueva York.
La moda siguió un par de años más tarde con las primeras 520. Coñoooo, era la moto total, la definitiva, la quintaesencia del enduro pintada de naranja.
De nuevo, el personal que se estaba ya recuperando de sus axfisias con las WR 400, hacían cola para pillar la 520, además por un módico precio.
Si tenías mucha suerte, eras primo segundo o concuñado de algún vendedor de KTMs, con suerte te podían encontrar una que traían de Sri Lanka sin vender…la hostia, vamos.
Lógicamente, y tras unos cuantos hostiazos de película de terminator y unas tendinitis en los antebrazos que serían la envidia de Popeye, la fiebre quinientosveintera fue amainando hasta que surgió un nuevo virus endurero, el de las modernas y supercojonudas 250 cuatro tiempos de carreras.
Surgieron en el momento adecuado porque tras los marronazos de la WR 400 y de la 520, los endureros estábamos faltos de estímulos verdaderamente excitantes dentro de lo que podíamos comprar para montar por los alrededores de nuestro pueblo en nuestra excursión de fin de semana a tomar el pincho y la creveza, vamos, a hacer enduro del duro de verdad, extremo total.
Esas mierdas de 200 cc que tenían las tiendas en stock o esas bazofias rojas y azules fabricadas en Gerona que además y para más inri eran ESPAÑOLAS, ¡menuda cagada de motos!, esas digo, no existían, pero ohhh, ahhhh, apareció la venerada Yam WR 250 4T y el cielo endurero cambió de color, las aguas del pantano de Valmayor de abrieron y todos pudimos encontrar de nuevo nuestro rallie perdido gracias a este milagro de la ingenería nipona.
Y al fin vimos la luz endurera, o lo que verdaderamente pasó es que ¿nos volvimos a equivocar de nuevo?
Reconozco que al no andar sobrado de neuronas, me equivoco con mucha frecuencia, con demasiada diría yo, pero al final me he autoconvencido que en el tema del enduro, equivocarse es síntoma de estar vivito y coleando.
Hace más de veinte años me equivoqué cuando corría con mi fantástica Frontera MK 11 250 6 marchas y la cambié por una KTM 390, aquella que llevaba unos Ohlins traseros que costaban más que mi Bultaco, mi remolque y mi coche, todo junto, claro está.
El caso es que reconozco que me equivoqué porque en las cronos hacía muchos peores tiempos con la KTM que con la Fronterita, pero coñooo, estaba tan a gusto con esa equivocación blanca y azul que amortiguaba de cojones y andaba una barbaridad que ni me lo planteaba.
También metí el remo hasta el fondo cuando en un ataque de endurerismo místico me quedé con una de las Huskys 610 4T del 94, aquellas que eran una mezcla de caballo y mamuth, sobre todo para un tachuelín como yo.
La cagé sin paliativos comprando aquella moto porque era enormemente grande, enormemente pesada, enormemente cara de mantener y enormemente difícil de arrancar en caliente, pero joder, era el rey del mambo endurero-macarril con aquella 610, y aquello no lo hubiera cambiado por nada del mundo.
Afortunadamente y espero que por mucho tiempo todavía, vivimos en un país bastante diferente al del tío Fidel y aquí cada uno puede, y sobre todo debe, hacer lo que le apetezca, enduereramente hablando, claro está malpensados, y por eso equivocarse no solo es divertido, sino a veces hasta muy gratificante.
Tal y como dice mi amigo Javier, tío recto, inteligente y que por supuesto se equivoca de vez en cuando, “si la cagas con la moto, la vendes y a otra cosa mariposa”.
Efectivamente esto de la moto con tacos no es como la parienta que no se puede cambiar, o por lo menos no se debe cambiar, la parienta digo, sino que es solo un hoby, más o menos intenso, pero un simple pasatiempo, esto último no va sobre la parienta sino sobre la moto de enduro, en fin que me estoy liando...
Aunque ahora que lo pienso, lo mismo la filosofía que debo seguir a partir de ahora es la misma que me contaba el otro día mi amigo, el veteranísimo endurero, motero de carretera también él, que me comentaba que su CBR 1000 del 2004 no iba fina a tope en quinta y sexta y que se iba a comprar rápidamente una R1 de las nuevas, porque además como Valentino Rossi ganaba de la forma que lo hacía las carreras con la Yamaha, algo querría decir eso ¿no?
George, abuelete todoterrenero
Trial y enduro...¿No es lo mismo?