- Lun Mar 25, 2013 23:20
#359288
EL mes pasado tuve ocasion de pasar una mañana con la version 2013 de la KTM 200, una moto que hacia tiempo que tenia ganas de probar muy a fondo. Como debido a un mal encuentro con una valla de piedra, voy a tener que pasar un tiempo en el Taller de Restauracion, y el unico mango que voy a poder enroscar es el de las muletas, os dejo una pequeña cronica de mis impresiones antes de que se me olviden las sensaciones de una estupenda mañana de TT el pasado mes de Febrero.
Mi experiencia con chicharras (motos 2T de pequeña cilindrada que exigen una conducción histérica y sin miramientos de manejo de embrague y cambio) se remonta al pleistoceno superior época en la que un servidor aún peinaba el tupe por la mañana y la barriga no me impedía una visión privilegiada de mi aparato reproductor. En épocas más recientes, he llevado siempre aparatos más bien gordos, sean de 2 o 4 T y mi conducción se ha adaptado a la sensación de no tener que preocuparme del motor, ya que siempre hay potencia disponible en el puño derecho
Las contadas ocasiones en las que había tomado contacto con motores pequeños, no me habían resultado especialmente entusiasmantes. Toda la ligereza de la parte ciclo, se eclipsaba por unos motores que exigían ser llevados en todo momento con el cuchillo en la boca, sin dudar en bajar marchas como un poseso cada vez que se corta el gas, so pena de no encontrar la respuesta necesaria para salir de una curva, saltar una grieta o superar un escalón.
Reconozco que con 18 años, esa condición es lo más divertido del mundo, pero uno , repito, con los años, se ha vuelto más pausado y tranquilote…
Cuando KTM y GG sacaron al mercado sus 200, hace ya algunos años, pensé que no serían más que 125 anabolizadas. Pero hace unos años en una pequeña toma de contacto con una 2003, me sorprendió gratamente comprobar que estos pequeños motores, aun necesitando aun de una conducción decidida, eran realmente agradables de llevar, no exigiendo esa conducción histérica y anticipada de una 125.
La pasada semana se me presentó la ocasión de probar muy a fondo la KTM 200 2013. Tenía ganas de comprobar en una completa ruta de Enduro las buenas sensaciones dejadas por una 200 2003
Como ocasiones como esta no se presentan habitualmente y abusando de la confianza e imprudencia de mi amigo, no dude en cambiar por una mañana mi querida 300 por una flamante KTM 200 2013 y confirmar o no, el buen sabor de aquella breve toma de contacto.
Ya en parado se siente mucho más ligera que sus hermanas mayores. Los acabado y posición de conducción en la línea habitual de KTM
Nada mas soltar el embrague, noto una respuesta mas llena que en su hermana pequeña. Llaneando por caminos se pueden empalmar marchas a medio régimen y avanzar a un ritmo alegre, cosa que la moto admite de buen grado, sin sentirse excesivamente muerta ni huérfana de revoluciones.
Acostumbrado a la ergonomía de la 300, me siento un poco descolocado sobre el asiento, pero creo que se debe más a la configuración de mi moto (asiento alto, torretas de 20mm y pedal de freno muy bajo que a una diferencia real de tamaño. Buscando una postura más de ataque, de pie, esta diferencia se diluye y lo que si percibo es una tremenda sensibilidad a cambios de peso y dirección
Poco a poco, los caminos amplios van ayudando a acoplarse y coger confianza sobre tacto y respuesta del motor y al mismo tiempo, nos acercan al hábitat natural de esta moto, los senderos y trialeras más o menos ratoneros.
En este entorno, confirmo esa agilidad que permirte con un simple cambio de apoyos en los reposapiés o una insinuación sobre el manillar, dirigir la rueda donde quiera.
En unas raíces y escalones de piedra, me sorprende el funcionamiento del PDS, que aun a pesar de no llevar un muelle adecuado a mi peso, se comporta realmente bien. Aunque este comentario no sea muy técnico, soy de opinión que si un componente dinámico de la moto, pasa desapercibido, es decir, que no nos acordamos de el en marcha, es que realmente esta funcionando bien. Y en el caso de la suspensión trasera, es así. No entro en debates acerca del funcionamiento del PDS vs Bieletas, simplemente comento mis sensaciones. Muy lejanos están los días del primer PDS que sentías siempre “ahí” y pedía una conducción cañera para funcionar medianamente bien.
La horquilla por el contrario, si que se hacia sentir, no ya por mal comportamiento sino porque a los pocos kms mis antebrazos comenzaron a quejarse. Después de una parada que aproveche para aflojar 4 clicks de compresión, la cosa cambio a mejor y no volví a quejarme a lo largo de la ruta.
Obviamente, acostumbrado a una 300, encontraba al motor falto de ese primer golpe de gas que te saca de una rodera o escalón, sin preocuparte de la marcha que este engranada. Mi conducción, con los años y las motos que habitualmente manejo, ha derivado en una búsqueda de trazadas limpias, aprovechando los bajos del motor para ir recorriendo muchos metros en marchas largas, ahorrando ruedas y sobre todo, energías.
No obstante, a medida que cubríamos kms y mi tobillo y mano izquierda comenzaban a entrar en calor, busque ese punto de agresividad en la conducción que ayudara a suplir el menor par disponible en el pequeño cilindro.
No obstante, me sorprendió que la moto incluso a bajo régimen, conserva esos CV que te ayudan a avanzar, no siendo tan sensible como una 125, en la que un error o imprevisto, obligan a bajar dos marchas y tirar de embrague sin piedad para encontrar respuesta. Estoy seguro que la buena carburación que presentaba la moto ayudo en gran medida a esta limpia respuesta desde pocas rpm
Por otra parte, esa reacción tan suave del motor contribuye a que los brazos y piernas se castiguen bastante menos que en una moto grande, en especial cuando ya llevamos unas cuantas horas de ruta, aspecto que puede corroborar al final del día. ¡Hacia tiempo que no volvía tan fresco!
De igual forma, en trialeras la moto avanza siempre sin escarbar, admitiendo sin problemas la segunda velocidad, que nos da un plus de inercia para superar algún escalón o rodera imprevista, siempre con la ayuda del embrague. La primera queda para cuando las cosas se ponen realmente feas, pero no fue necesario abusar mucho de ella
La ligereza de la que hablaba al principio, se pone aquí especialmente de manifiesto y tirar de la moto, cambiar de dirección o empujar se convierte en un juego de niños
Os podría contar muchas mas cosas de lo que dieron de si las casi 4 horas de TT del bueno (Aunque ahora se llame enduro, yo no dejo de llamarlo así), pero me gustaría destacar que aun después de 100 kms, y ya muy adaptado a la moto, iba disfrutando como un enano, especialmente motivado por la falta de cansancio, cosa en la que sin duda la KTM tenia mucho que ver.
¿Una buena sustituta para la 300? Difícil pregunta, pero lo cierto es que para los que ya “nos hemos comido la mitad del bocadillo” (Expresión que utiliza un amigo para referirse a los nos queda ya mas cerca la jubilación que la mili) es una muy planteable candidata para poder seguir triscando por las piedras, sin tener que preocuparnos de que el peso o la potencia acaben fatigando antes de tiempo, nuestros ya castigados cuerpo y sabiendo además que con un simple toque de embrague, tenemos toda la rabia y diversión veinteañera de un 2T presta a quitarnos añitos de encima.
Me ha gustado este chisme, si…
Mi experiencia con chicharras (motos 2T de pequeña cilindrada que exigen una conducción histérica y sin miramientos de manejo de embrague y cambio) se remonta al pleistoceno superior época en la que un servidor aún peinaba el tupe por la mañana y la barriga no me impedía una visión privilegiada de mi aparato reproductor. En épocas más recientes, he llevado siempre aparatos más bien gordos, sean de 2 o 4 T y mi conducción se ha adaptado a la sensación de no tener que preocuparme del motor, ya que siempre hay potencia disponible en el puño derecho
Las contadas ocasiones en las que había tomado contacto con motores pequeños, no me habían resultado especialmente entusiasmantes. Toda la ligereza de la parte ciclo, se eclipsaba por unos motores que exigían ser llevados en todo momento con el cuchillo en la boca, sin dudar en bajar marchas como un poseso cada vez que se corta el gas, so pena de no encontrar la respuesta necesaria para salir de una curva, saltar una grieta o superar un escalón.
Reconozco que con 18 años, esa condición es lo más divertido del mundo, pero uno , repito, con los años, se ha vuelto más pausado y tranquilote…
Cuando KTM y GG sacaron al mercado sus 200, hace ya algunos años, pensé que no serían más que 125 anabolizadas. Pero hace unos años en una pequeña toma de contacto con una 2003, me sorprendió gratamente comprobar que estos pequeños motores, aun necesitando aun de una conducción decidida, eran realmente agradables de llevar, no exigiendo esa conducción histérica y anticipada de una 125.
La pasada semana se me presentó la ocasión de probar muy a fondo la KTM 200 2013. Tenía ganas de comprobar en una completa ruta de Enduro las buenas sensaciones dejadas por una 200 2003
Como ocasiones como esta no se presentan habitualmente y abusando de la confianza e imprudencia de mi amigo, no dude en cambiar por una mañana mi querida 300 por una flamante KTM 200 2013 y confirmar o no, el buen sabor de aquella breve toma de contacto.
Ya en parado se siente mucho más ligera que sus hermanas mayores. Los acabado y posición de conducción en la línea habitual de KTM
Nada mas soltar el embrague, noto una respuesta mas llena que en su hermana pequeña. Llaneando por caminos se pueden empalmar marchas a medio régimen y avanzar a un ritmo alegre, cosa que la moto admite de buen grado, sin sentirse excesivamente muerta ni huérfana de revoluciones.
Acostumbrado a la ergonomía de la 300, me siento un poco descolocado sobre el asiento, pero creo que se debe más a la configuración de mi moto (asiento alto, torretas de 20mm y pedal de freno muy bajo que a una diferencia real de tamaño. Buscando una postura más de ataque, de pie, esta diferencia se diluye y lo que si percibo es una tremenda sensibilidad a cambios de peso y dirección
Poco a poco, los caminos amplios van ayudando a acoplarse y coger confianza sobre tacto y respuesta del motor y al mismo tiempo, nos acercan al hábitat natural de esta moto, los senderos y trialeras más o menos ratoneros.
En este entorno, confirmo esa agilidad que permirte con un simple cambio de apoyos en los reposapiés o una insinuación sobre el manillar, dirigir la rueda donde quiera.
En unas raíces y escalones de piedra, me sorprende el funcionamiento del PDS, que aun a pesar de no llevar un muelle adecuado a mi peso, se comporta realmente bien. Aunque este comentario no sea muy técnico, soy de opinión que si un componente dinámico de la moto, pasa desapercibido, es decir, que no nos acordamos de el en marcha, es que realmente esta funcionando bien. Y en el caso de la suspensión trasera, es así. No entro en debates acerca del funcionamiento del PDS vs Bieletas, simplemente comento mis sensaciones. Muy lejanos están los días del primer PDS que sentías siempre “ahí” y pedía una conducción cañera para funcionar medianamente bien.
La horquilla por el contrario, si que se hacia sentir, no ya por mal comportamiento sino porque a los pocos kms mis antebrazos comenzaron a quejarse. Después de una parada que aproveche para aflojar 4 clicks de compresión, la cosa cambio a mejor y no volví a quejarme a lo largo de la ruta.
Obviamente, acostumbrado a una 300, encontraba al motor falto de ese primer golpe de gas que te saca de una rodera o escalón, sin preocuparte de la marcha que este engranada. Mi conducción, con los años y las motos que habitualmente manejo, ha derivado en una búsqueda de trazadas limpias, aprovechando los bajos del motor para ir recorriendo muchos metros en marchas largas, ahorrando ruedas y sobre todo, energías.
No obstante, a medida que cubríamos kms y mi tobillo y mano izquierda comenzaban a entrar en calor, busque ese punto de agresividad en la conducción que ayudara a suplir el menor par disponible en el pequeño cilindro.
No obstante, me sorprendió que la moto incluso a bajo régimen, conserva esos CV que te ayudan a avanzar, no siendo tan sensible como una 125, en la que un error o imprevisto, obligan a bajar dos marchas y tirar de embrague sin piedad para encontrar respuesta. Estoy seguro que la buena carburación que presentaba la moto ayudo en gran medida a esta limpia respuesta desde pocas rpm
Por otra parte, esa reacción tan suave del motor contribuye a que los brazos y piernas se castiguen bastante menos que en una moto grande, en especial cuando ya llevamos unas cuantas horas de ruta, aspecto que puede corroborar al final del día. ¡Hacia tiempo que no volvía tan fresco!
De igual forma, en trialeras la moto avanza siempre sin escarbar, admitiendo sin problemas la segunda velocidad, que nos da un plus de inercia para superar algún escalón o rodera imprevista, siempre con la ayuda del embrague. La primera queda para cuando las cosas se ponen realmente feas, pero no fue necesario abusar mucho de ella
La ligereza de la que hablaba al principio, se pone aquí especialmente de manifiesto y tirar de la moto, cambiar de dirección o empujar se convierte en un juego de niños
Os podría contar muchas mas cosas de lo que dieron de si las casi 4 horas de TT del bueno (Aunque ahora se llame enduro, yo no dejo de llamarlo así), pero me gustaría destacar que aun después de 100 kms, y ya muy adaptado a la moto, iba disfrutando como un enano, especialmente motivado por la falta de cansancio, cosa en la que sin duda la KTM tenia mucho que ver.
¿Una buena sustituta para la 300? Difícil pregunta, pero lo cierto es que para los que ya “nos hemos comido la mitad del bocadillo” (Expresión que utiliza un amigo para referirse a los nos queda ya mas cerca la jubilación que la mili) es una muy planteable candidata para poder seguir triscando por las piedras, sin tener que preocuparnos de que el peso o la potencia acaben fatigando antes de tiempo, nuestros ya castigados cuerpo y sabiendo además que con un simple toque de embrague, tenemos toda la rabia y diversión veinteañera de un 2T presta a quitarnos añitos de encima.
Me ha gustado este chisme, si…