- Lun Oct 23, 2006 20:04
#180201
Llevo montando en moto desde los 14 años y hoy cumplo 51.
Cuantas vicisitudes y experiencias moteras durante estos más de 40 años. Recuerdo haber comenzado a lomos de una Honda de cuatro tiempos y 50 cc. (similar a un vespino) una autentica joya mecánica y de bonito diseño que incluso hoy en día parecería actual. A cambio de algunos recados, mi madre me daba 25 pesetas y con ellos llenaba el deposito, y todavía sobraba algo. No me equivoco el litro de súper costaba 12 pesetas.
A continuación tuve una Ducati de 50 cc. de carretera con cambios (similar a las Derbi) y lo más original, con ventilación de aire al cilindro mediante una carcasa metálica que lo cubría y un ventilador que forzaba el paso del aire. Aunque mi mayor ilusión (y desilusión) era poseer una Bultaco Lobito, no pudo ser, se salía de presupuesto. Así que no quedó más remedio que ir a Calleja (para los que no seáis de Madrid diré que es el decano de las tiendas de moto baratas) y a base de sustituir los manillares gachos como decían en mi pueblo por otros elevados, alargar el cableado mediante prisioneros, y una corona la más grande que encontré, ya tenia moto de campo. Bueno en los saltos tenia que meter la bota debajo del basculante pues los amortiguadores se soltaban, pero que más daban esos pequeños detalles.
Ya con 18 años más o menos, fui el feliz titular de una Bultaco Matador, menuda maquina, impresionante para la época, con su asiento a modo de sillón, y su cadena carenada entre otros detalles. Menudos guantazos nos metíamos, me imagino que su caballería era bastante superior a sus posibilidades de suspensión y estabilidad en general (lastima no poderla comparar con nuestras actuales motos), recuerdo haber participado con ella en carreras oficiales de todo terreno tanto en Miraflores de la Sierra, como en Robledo de Chavela (de verdad no me lo estoy inventando, el territorio más apache de la actualidad) a la que acudía a bordo de un Citroen GS de tercera mano y un mínimo de cuatro ocupantes que a menudo tenían que bajarse para aligerar cuando las cuestas eran importantes, y con el carro atado con una cuerda pues el presupuesto no alcazaba para la bola. Eran otros tiempos, la gente corría con motos de cross a las que se acoplaba una linterna de petaca para pasar las verificaciones y los papeles de algún afortunado eran fotocopiados y distribuidos entre los distintos participantes.
Desgraciadamente un tonto accidente al contactar con el pie en el suelo al tomar una curva me produjo la rotura de todo lo que se puede romper en la rodilla, a saber, ligamentos, meniscos y meseta tibial. No me quedó más remedio que pasarme al 4x4, y servir de asistencia a los colegas. Durante años posteriores practicamos el turismo aventura africano. Las vivencias y momentos duros fueron impresionantes, fue una época anterior al turismo (hablo de 20 años para atrás) donde afortunadamente todavía era posible morir perdido en el desierto. Tan solo nos cruzábamos con franceses y a veces alemanes, y además de la alegría propia de encontrarte con un europeo, servia para comunicarnos las incidencias que podíamos encontrar durante el recorrido. En aquella época me acompañaba mi hermano a lomos de una BMW Paris Dakar, José Codina ahora prestigioso director de Solo Moto conduciendo una Yamaha XT 600, y nuestro amigo Tomás con una moto similar y que desgraciadamente murió al chocar su moto contra un camión unos años más tarde. Todos ellos pendientes del cordón umbilical que les proporcionaba mi Patrol cargado de agua y gasolina para etapas que podían llegar a la semana, hasta el siguiente avituallamiento. Recuerdo el cabreo y desesperación que nos entró cuando se rompió (doblado en la recepción de un salto) el amortiguador de la BMW y tuvimos que sustituirlo por un tubo recto cortado de la defensa del Patrol, y así desde un poblado en el río Níger hasta Madrid, la conducción era tan dura que cada poco tiempo nos íbamos turnando para poder descansar la espalda.
En otra ocasión volcamos en el desierto Argelino (cerca de Tamanrraset) y yo me fracture un brazo. La vuelta si que fue aventura.
Cuando me jubile prometo relataros en distintos capítulos nuestras andanzas, hasta donde se pueda contar.
Para que os hagáis una idea de la dureza de los recorridos, solo comentar que hacíamos medias de 20 a 50 Km. Hora, donde los participantes del Paris Dakar consiguen pasa de los 120 KM / hora.
Después de aquello, y hace unos 15 años me pasé al cuad, pues sentía necesidad de volver a las motos y pensaba que teniendo en cuenta el estado de mi rodilla después de tres intervenciones era lo más apropiado. Era de los primeros que circulaban por España y aun recuerdo una ocasión en la que me para la Guardia Civil sorprendida pues era el primero que veían. Todavía se podía montar por la sierra de Madrid.
Bueno para no alargarme más con mis recuerdos nostálgicos, solo me queda comentar que ahora soy el feliz poseedor de una Husqvarna 250 de la que estoy francamente contento. Cada vez vamos (hablo en plural pues a mi hermano le llevo un añito) más fuertes y no todos los “chavalines” son capaces de seguirnos en las trialeras de Guadalajara o Cuenca que nos son habituales, y no digamos en los largos recorridos, a veces de más de 6 horas siempre por senderos que tanto nos divierten, “joder con los abuelos”, era lo único que atinaba a decir el hijo de un amigo que con 18 años y con una GG 250 nos acompañó en una de nuestras últimas salidas. Desgraciadamente cada vez estamos más acorralados, y no sé si vosotros los jóvenes podréis disfrutar en unos años de los maravillosos paisajes y pasos, que yo tantas veces he atravesado. Soy un viejo dinosaurio, que espera seguir levantando polvo, comiendo barro y peleándome con las piedras algunos años mas. Solo espero que todos vosotros podáis disfrutar y divertiros de este deporte, tanto como yo. Octanos para todos.
Cuantas vicisitudes y experiencias moteras durante estos más de 40 años. Recuerdo haber comenzado a lomos de una Honda de cuatro tiempos y 50 cc. (similar a un vespino) una autentica joya mecánica y de bonito diseño que incluso hoy en día parecería actual. A cambio de algunos recados, mi madre me daba 25 pesetas y con ellos llenaba el deposito, y todavía sobraba algo. No me equivoco el litro de súper costaba 12 pesetas.
A continuación tuve una Ducati de 50 cc. de carretera con cambios (similar a las Derbi) y lo más original, con ventilación de aire al cilindro mediante una carcasa metálica que lo cubría y un ventilador que forzaba el paso del aire. Aunque mi mayor ilusión (y desilusión) era poseer una Bultaco Lobito, no pudo ser, se salía de presupuesto. Así que no quedó más remedio que ir a Calleja (para los que no seáis de Madrid diré que es el decano de las tiendas de moto baratas) y a base de sustituir los manillares gachos como decían en mi pueblo por otros elevados, alargar el cableado mediante prisioneros, y una corona la más grande que encontré, ya tenia moto de campo. Bueno en los saltos tenia que meter la bota debajo del basculante pues los amortiguadores se soltaban, pero que más daban esos pequeños detalles.
Ya con 18 años más o menos, fui el feliz titular de una Bultaco Matador, menuda maquina, impresionante para la época, con su asiento a modo de sillón, y su cadena carenada entre otros detalles. Menudos guantazos nos metíamos, me imagino que su caballería era bastante superior a sus posibilidades de suspensión y estabilidad en general (lastima no poderla comparar con nuestras actuales motos), recuerdo haber participado con ella en carreras oficiales de todo terreno tanto en Miraflores de la Sierra, como en Robledo de Chavela (de verdad no me lo estoy inventando, el territorio más apache de la actualidad) a la que acudía a bordo de un Citroen GS de tercera mano y un mínimo de cuatro ocupantes que a menudo tenían que bajarse para aligerar cuando las cuestas eran importantes, y con el carro atado con una cuerda pues el presupuesto no alcazaba para la bola. Eran otros tiempos, la gente corría con motos de cross a las que se acoplaba una linterna de petaca para pasar las verificaciones y los papeles de algún afortunado eran fotocopiados y distribuidos entre los distintos participantes.
Desgraciadamente un tonto accidente al contactar con el pie en el suelo al tomar una curva me produjo la rotura de todo lo que se puede romper en la rodilla, a saber, ligamentos, meniscos y meseta tibial. No me quedó más remedio que pasarme al 4x4, y servir de asistencia a los colegas. Durante años posteriores practicamos el turismo aventura africano. Las vivencias y momentos duros fueron impresionantes, fue una época anterior al turismo (hablo de 20 años para atrás) donde afortunadamente todavía era posible morir perdido en el desierto. Tan solo nos cruzábamos con franceses y a veces alemanes, y además de la alegría propia de encontrarte con un europeo, servia para comunicarnos las incidencias que podíamos encontrar durante el recorrido. En aquella época me acompañaba mi hermano a lomos de una BMW Paris Dakar, José Codina ahora prestigioso director de Solo Moto conduciendo una Yamaha XT 600, y nuestro amigo Tomás con una moto similar y que desgraciadamente murió al chocar su moto contra un camión unos años más tarde. Todos ellos pendientes del cordón umbilical que les proporcionaba mi Patrol cargado de agua y gasolina para etapas que podían llegar a la semana, hasta el siguiente avituallamiento. Recuerdo el cabreo y desesperación que nos entró cuando se rompió (doblado en la recepción de un salto) el amortiguador de la BMW y tuvimos que sustituirlo por un tubo recto cortado de la defensa del Patrol, y así desde un poblado en el río Níger hasta Madrid, la conducción era tan dura que cada poco tiempo nos íbamos turnando para poder descansar la espalda.
En otra ocasión volcamos en el desierto Argelino (cerca de Tamanrraset) y yo me fracture un brazo. La vuelta si que fue aventura.
Cuando me jubile prometo relataros en distintos capítulos nuestras andanzas, hasta donde se pueda contar.
Para que os hagáis una idea de la dureza de los recorridos, solo comentar que hacíamos medias de 20 a 50 Km. Hora, donde los participantes del Paris Dakar consiguen pasa de los 120 KM / hora.
Después de aquello, y hace unos 15 años me pasé al cuad, pues sentía necesidad de volver a las motos y pensaba que teniendo en cuenta el estado de mi rodilla después de tres intervenciones era lo más apropiado. Era de los primeros que circulaban por España y aun recuerdo una ocasión en la que me para la Guardia Civil sorprendida pues era el primero que veían. Todavía se podía montar por la sierra de Madrid.
Bueno para no alargarme más con mis recuerdos nostálgicos, solo me queda comentar que ahora soy el feliz poseedor de una Husqvarna 250 de la que estoy francamente contento. Cada vez vamos (hablo en plural pues a mi hermano le llevo un añito) más fuertes y no todos los “chavalines” son capaces de seguirnos en las trialeras de Guadalajara o Cuenca que nos son habituales, y no digamos en los largos recorridos, a veces de más de 6 horas siempre por senderos que tanto nos divierten, “joder con los abuelos”, era lo único que atinaba a decir el hijo de un amigo que con 18 años y con una GG 250 nos acompañó en una de nuestras últimas salidas. Desgraciadamente cada vez estamos más acorralados, y no sé si vosotros los jóvenes podréis disfrutar en unos años de los maravillosos paisajes y pasos, que yo tantas veces he atravesado. Soy un viejo dinosaurio, que espera seguir levantando polvo, comiendo barro y peleándome con las piedras algunos años mas. Solo espero que todos vosotros podáis disfrutar y divertiros de este deporte, tanto como yo. Octanos para todos.