- Vie Ago 23, 2013 0:47
#361701
¡A las buenas noches!.
Vamos con la tercera entrega de “mi verano dos mil y trece”. En este caso, con motos de las de antes.
Tengo en el garaje desde hace bastante tiempo una Montesa H-7, “en dos y medio”, la cual no monto todo lo que quisiera.
Suele estar en la parte trasera del garaje, detrás del carro y tropecientos estorbos, por lo que el acceso a ella no es fácil.
Al final van pasando los días y los meses y siempre acaba uno pensando lo mismo: a ver cuando tengo un rato y la arranco.
No la tengo puesta al día “estéticamente”. Ya hace tiempo que me recomendaron los sabios de este foro que, si la iba a utilizar, no la pusiese “de vitrina”.
Me la regalaron en un estado lamentable, la adecenté un poco de estética y bastante de mecánica, y la suelo sacar a pasear de vez en cuando.
Hoy fue un día de esos en los que me apetecía hacer algo especial.
Y hasta el garaje me encaminé pensando en la idea de: ¡voy a intentar arrancarla después de algo mas de un año sin hacerlo!.
Si lo consigo, me doy una vuelta. Y si no, pues le limpio todo que falta le hará.
Cual seria mi sorpresa cuando, tras sacarla y limpiarle el polvo, a la tercera patada arrancó.
¡Tócate los 00!, pensaba mientras la volvía a parar para vestirme y meter en la mochila algo de herramientas y un par de bujías con la idea de echarme al campo.
Así lo hice en esta tarde del día veinte y dos del mes de agosto de año dos mil y trece.
Salí por las inmediaciones de mi ciudad laboral con la idea de escapar de los sitos malos y procurar rodar por parajes sin dificultad.
Las sensaciones que dan este tipo de motos son, a mi entender, magnificas. Esas suspensiones blandas, ese asiento tipo sofà, esos frenos de tambor y esa respuesta de motor, ¡¡¡me la ponen d*ra!!!.
Voy rodando por caminos y pistas sin dificultad, escapando en todo momento de los sitios complicados, con la sola idea de conservar la mecánica y la máquina.
Y recordando aquel refrenillo de: “no tenemos prisa ni nadie que nos la meta (¡la prisa!)”, me paro donde me parece a inmortalizarme junto a semejante maquina.
Sigo dando la vuelta a mi ciudad laboral por sitios donde habitualmente ruedo con mi Cota o mi EXC. Eso si, procuro en lo posible evitar los sitios “changos” y coger la trazada menos mala.
Me sorprende agradablemente el comprobar como la moto va genial. Sube y baja por los mismos sitios que mi exc.
Eso si, yo voy “acongojao” al hacerlo.
Estoy convencido de que se puede ir igualmente por cualquier terreno que voy con la ktm. Lo único que “me corta” es el hacerle daño y volver a invertir tiempo y dinero para que vuelva a estar en funcionamiento.
Foto de rigor en aquel puente que cruza el río Tàmesis, creo que se llama.
Y tras poco mas de tres horas, conseguí llegar a mi ciudad laboral de nuevo, celebrándolo de la mejor manera que pueda existir: ¡tomando una jarra, has acertado!.
Una sonrisa bobalicona invade una vez mas mi rostro cuando consigo llegar al garaje después de haber estado esta tarde con esta maquina entre las piernas.
Y aquí os muestro parte de la indumentaria utilizada que en su día me regaló mi amigo J.Balù, que seguro que algún maestro de este foro le traerá recuerdos.
Pues eso ha sido todo lo acontecido en esta tarde del verano 2013.
Ya quedan pocos días de vacaciones, pero pienso seguir aprovechándolos de la mejor manera que tenemos algunos: ¡montando en moto de Todo-Terreno!.
Saludos para todos/as, y
Vamos con la tercera entrega de “mi verano dos mil y trece”. En este caso, con motos de las de antes.
Tengo en el garaje desde hace bastante tiempo una Montesa H-7, “en dos y medio”, la cual no monto todo lo que quisiera.
Suele estar en la parte trasera del garaje, detrás del carro y tropecientos estorbos, por lo que el acceso a ella no es fácil.
Al final van pasando los días y los meses y siempre acaba uno pensando lo mismo: a ver cuando tengo un rato y la arranco.
No la tengo puesta al día “estéticamente”. Ya hace tiempo que me recomendaron los sabios de este foro que, si la iba a utilizar, no la pusiese “de vitrina”.
Me la regalaron en un estado lamentable, la adecenté un poco de estética y bastante de mecánica, y la suelo sacar a pasear de vez en cuando.
Hoy fue un día de esos en los que me apetecía hacer algo especial.
Y hasta el garaje me encaminé pensando en la idea de: ¡voy a intentar arrancarla después de algo mas de un año sin hacerlo!.
Si lo consigo, me doy una vuelta. Y si no, pues le limpio todo que falta le hará.
Cual seria mi sorpresa cuando, tras sacarla y limpiarle el polvo, a la tercera patada arrancó.
¡Tócate los 00!, pensaba mientras la volvía a parar para vestirme y meter en la mochila algo de herramientas y un par de bujías con la idea de echarme al campo.
Así lo hice en esta tarde del día veinte y dos del mes de agosto de año dos mil y trece.
Salí por las inmediaciones de mi ciudad laboral con la idea de escapar de los sitos malos y procurar rodar por parajes sin dificultad.
Las sensaciones que dan este tipo de motos son, a mi entender, magnificas. Esas suspensiones blandas, ese asiento tipo sofà, esos frenos de tambor y esa respuesta de motor, ¡¡¡me la ponen d*ra!!!.
Voy rodando por caminos y pistas sin dificultad, escapando en todo momento de los sitios complicados, con la sola idea de conservar la mecánica y la máquina.
Y recordando aquel refrenillo de: “no tenemos prisa ni nadie que nos la meta (¡la prisa!)”, me paro donde me parece a inmortalizarme junto a semejante maquina.
Sigo dando la vuelta a mi ciudad laboral por sitios donde habitualmente ruedo con mi Cota o mi EXC. Eso si, procuro en lo posible evitar los sitios “changos” y coger la trazada menos mala.
Me sorprende agradablemente el comprobar como la moto va genial. Sube y baja por los mismos sitios que mi exc.
Eso si, yo voy “acongojao” al hacerlo.
Estoy convencido de que se puede ir igualmente por cualquier terreno que voy con la ktm. Lo único que “me corta” es el hacerle daño y volver a invertir tiempo y dinero para que vuelva a estar en funcionamiento.
Foto de rigor en aquel puente que cruza el río Tàmesis, creo que se llama.
Y tras poco mas de tres horas, conseguí llegar a mi ciudad laboral de nuevo, celebrándolo de la mejor manera que pueda existir: ¡tomando una jarra, has acertado!.
Una sonrisa bobalicona invade una vez mas mi rostro cuando consigo llegar al garaje después de haber estado esta tarde con esta maquina entre las piernas.
Y aquí os muestro parte de la indumentaria utilizada que en su día me regaló mi amigo J.Balù, que seguro que algún maestro de este foro le traerá recuerdos.
Pues eso ha sido todo lo acontecido en esta tarde del verano 2013.
Ya quedan pocos días de vacaciones, pero pienso seguir aprovechándolos de la mejor manera que tenemos algunos: ¡montando en moto de Todo-Terreno!.
Saludos para todos/as, y
uves. rafagas y gasssssssss!!!!!!!!!!