- Dom Ene 08, 2012 0:09
#348367
¡Buenas noches una vez mas!.
A retroceder en el tiempo es a lo que me he dedicado un par de tardes de estas de invierno, en las que el sol se esconde pronto.
Y lo he hecho con una de esas maquinas de hace muuuuuuuuuuuucho tiempo, casi 30 años.
En concreto, se trata de una Montesa h-7 enduro, en dosymedio.
Hace ya mucho tiempo, que me la regaló un compi de curre en un estado lamentable.
Con paciencia, metiéndole algo de dinero en piezas que necesitaba, con más paciencia en los arreglos, y muchos consejos de los sabios de este foro, conseguí arrancarla y sacarla de paseo.
Pasó el tiempo y la deje aparcada al fondo del garaje olvidándome un poco de ella debido a no tener tiempo para montarlas todas (¡las motos!, que quede claro).
Y con motivo del posible cambio por una de trial, cambio este que gracias a Dios nunca se llevó a efecto, volví hace poco a arrancarla después de ser necesario limpiar carburador y deposito al haberla dejado en su día con mezcla dentro.
Y salí de mi ciudad laboral una tarde de estas y he de confesaros que llevaba bastante miedo de quedarme tirado en cualquier parte.
Metí en la riñonera, aparte de todo lo que suelo llevar, una bujía, su llave específica y hasta una cincha por si tenía que llamar a alguno para remolcarme.
Asiento ancho, blando y cómodo, tipo sofá; manillar bajo, incomodo para pilotar (perdón, conducir) de pie; suspensiones blandas “tipo 2 CV”; estriberas estrechas y desgastadas donde resbalan las botas; embrague duro (que c*jones, ¡durísimo!); frenos de tambor en los que aprietas la maneta aquí y comienzan a frenar bastantes metros después; en definitiva: ¡todo ventajas!.
Después de rodar algo más de dos horas por estos campos de Castilla, escapando de lo complicado y haciéndolo por pistas sin dificultad, regresé a casa con una sonrisa de oreja a oreja y sin percance alguno ni físico ni mecánico.
Como os decía, el trato del cambio por una de trial no se consumó, por lo que esta tarde después de comer con la family me dije “amibisbobisbamente”: ¡Cananas, a cabalgar!.
Y volví a sacar la Montesa para echarme al campo a ver si consigo recuperar la confianza en ella, en cuanto a fiabilidad se refiere, de cara a acudir a una cita proxima con semejante maquina.
Arrancó a la primera (miento, hube de darle tres patadas) y salí por la vía abandonada del tren.
Es lo bueno que tienen estas ciudades de provincia. A menos de un km del garaje, ya estás en lo marrón.
Por senderos estrechos fui dejando atrás la ciudad, cruzando las autovías por debajo de los puentes y notando como estas suspensiones se lo comen todo. Eso si, mucho cuidado con los baches profundos, que me da miedo que las susodichas hagan tope.
Rápidamente noto como en 6ª la moto no tira, por lo que tras pararme y tensar en embrague, el problema se soluciona acto seguido.
Es curioso observar como a pesar los años, ya tenían tensores junto a las manetas para tal fin; y lo mejor de todo es que se puede hacer perfectamente con los dedos y sin útil ninguno. Se trata de una pieza dentada, incrustada en el soporte de la maneta que, al girarla, tensa y destensa el mecanismo. Luego vuelves a colocar la goma de protección en su sitio, y esta impide que se afloje o apriete.
Por caminos amplios de esta Castilla plana, fue avanzando la tarde hasta un pueblo con gasolinera situado a unos 20 km por carretera, e imagino que por campo mas o menos.
Como quiera que no tengo controlado el consumo de esta maquina, lleno el depósito y compruebo que le entran casi 3 litros de mezcla.
También compruebo como al parar la moto, si no cierro rápidamente la llave empieza a tirar gasolina, por lo que imagino que tendré que regular la boya del carburador.
Y con el depósito nuevamente lleno, vuelvo tras mis pasos pues soy consciente que los días son cortos y tengo poco rato de luz.
En otro pueblo me detuve a tomar un café y un “güanknay”, al mismo tiempo que en la puerta del bar me enciendo un cigarro y aprovecho para contemplar “mil y una vez”, cada rincón de esta maquina.
Tenían soluciones ingeniosas, pensaba servidora mientras chiscaba otro cigarro: el depósito se sujeta con dos gomas al chasis y el asiento con otras dos.
Y con el sol desapareciendo por el oeste, vuelvo tras mis pasos paralelo nuevamente a la vía muerta, con una sonrisa de oreja a oreja en mi rostro, y disfrutando de la conducción de esta maquina.
Ya casi llegando a mi ciudad laboral paralelo a la vía, al aparecer en la misma un p*to perro acompañado de su p*to amo y al tratar de esquivarlos, entrando entre rail y rail, me sobreviene un “allavoy” de esos curiosos dando con mis huesos contra el suelo al sacarme por las orejas.
Me levanto, corto la gasolina, levanto la h-7 y veo como los muy c*brones de dueño y perro desaparecen rápidamente de mi vista.
¡Tranquilo, Cananas, no pasa nada!.
La próxima vez paso de apartarme y que se aparte si quiere el perro, pensaba quien esto os cuenta mientras compruebo como la maneta del embrague se ha partido por la peor parte: por el soporte.
Intento hacer una ñapa con alambre y bridas, pero al comprobar que no funciona, opto por arrancar la moto, empujar un poco y meter primera a capón para conseguir salir de allí.
Cambiando a capón, sin embrague y calculando muy bien la duración de los semáforos antes de llegar a ellos, conseguí llegar hasta el garaje antes de que la luz desapareciese del todo.
Ahora me queda buscar una maneta para la susodicha. Se admiten sugerencias.
Pues nada, que esto ha sido la de hoy, siete de enero de 2012.
Saludos para todos, en especial para los amantes de los “jierros”, y
A retroceder en el tiempo es a lo que me he dedicado un par de tardes de estas de invierno, en las que el sol se esconde pronto.
Y lo he hecho con una de esas maquinas de hace muuuuuuuuuuuucho tiempo, casi 30 años.
En concreto, se trata de una Montesa h-7 enduro, en dosymedio.
Hace ya mucho tiempo, que me la regaló un compi de curre en un estado lamentable.
Con paciencia, metiéndole algo de dinero en piezas que necesitaba, con más paciencia en los arreglos, y muchos consejos de los sabios de este foro, conseguí arrancarla y sacarla de paseo.
Pasó el tiempo y la deje aparcada al fondo del garaje olvidándome un poco de ella debido a no tener tiempo para montarlas todas (¡las motos!, que quede claro).
Y con motivo del posible cambio por una de trial, cambio este que gracias a Dios nunca se llevó a efecto, volví hace poco a arrancarla después de ser necesario limpiar carburador y deposito al haberla dejado en su día con mezcla dentro.
Y salí de mi ciudad laboral una tarde de estas y he de confesaros que llevaba bastante miedo de quedarme tirado en cualquier parte.
Metí en la riñonera, aparte de todo lo que suelo llevar, una bujía, su llave específica y hasta una cincha por si tenía que llamar a alguno para remolcarme.
Asiento ancho, blando y cómodo, tipo sofá; manillar bajo, incomodo para pilotar (perdón, conducir) de pie; suspensiones blandas “tipo 2 CV”; estriberas estrechas y desgastadas donde resbalan las botas; embrague duro (que c*jones, ¡durísimo!); frenos de tambor en los que aprietas la maneta aquí y comienzan a frenar bastantes metros después; en definitiva: ¡todo ventajas!.
Después de rodar algo más de dos horas por estos campos de Castilla, escapando de lo complicado y haciéndolo por pistas sin dificultad, regresé a casa con una sonrisa de oreja a oreja y sin percance alguno ni físico ni mecánico.
Como os decía, el trato del cambio por una de trial no se consumó, por lo que esta tarde después de comer con la family me dije “amibisbobisbamente”: ¡Cananas, a cabalgar!.
Y volví a sacar la Montesa para echarme al campo a ver si consigo recuperar la confianza en ella, en cuanto a fiabilidad se refiere, de cara a acudir a una cita proxima con semejante maquina.
Arrancó a la primera (miento, hube de darle tres patadas) y salí por la vía abandonada del tren.
Es lo bueno que tienen estas ciudades de provincia. A menos de un km del garaje, ya estás en lo marrón.
Por senderos estrechos fui dejando atrás la ciudad, cruzando las autovías por debajo de los puentes y notando como estas suspensiones se lo comen todo. Eso si, mucho cuidado con los baches profundos, que me da miedo que las susodichas hagan tope.
Rápidamente noto como en 6ª la moto no tira, por lo que tras pararme y tensar en embrague, el problema se soluciona acto seguido.
Es curioso observar como a pesar los años, ya tenían tensores junto a las manetas para tal fin; y lo mejor de todo es que se puede hacer perfectamente con los dedos y sin útil ninguno. Se trata de una pieza dentada, incrustada en el soporte de la maneta que, al girarla, tensa y destensa el mecanismo. Luego vuelves a colocar la goma de protección en su sitio, y esta impide que se afloje o apriete.
Por caminos amplios de esta Castilla plana, fue avanzando la tarde hasta un pueblo con gasolinera situado a unos 20 km por carretera, e imagino que por campo mas o menos.
Como quiera que no tengo controlado el consumo de esta maquina, lleno el depósito y compruebo que le entran casi 3 litros de mezcla.
También compruebo como al parar la moto, si no cierro rápidamente la llave empieza a tirar gasolina, por lo que imagino que tendré que regular la boya del carburador.
Y con el depósito nuevamente lleno, vuelvo tras mis pasos pues soy consciente que los días son cortos y tengo poco rato de luz.
En otro pueblo me detuve a tomar un café y un “güanknay”, al mismo tiempo que en la puerta del bar me enciendo un cigarro y aprovecho para contemplar “mil y una vez”, cada rincón de esta maquina.
Tenían soluciones ingeniosas, pensaba servidora mientras chiscaba otro cigarro: el depósito se sujeta con dos gomas al chasis y el asiento con otras dos.
Y con el sol desapareciendo por el oeste, vuelvo tras mis pasos paralelo nuevamente a la vía muerta, con una sonrisa de oreja a oreja en mi rostro, y disfrutando de la conducción de esta maquina.
Ya casi llegando a mi ciudad laboral paralelo a la vía, al aparecer en la misma un p*to perro acompañado de su p*to amo y al tratar de esquivarlos, entrando entre rail y rail, me sobreviene un “allavoy” de esos curiosos dando con mis huesos contra el suelo al sacarme por las orejas.
Me levanto, corto la gasolina, levanto la h-7 y veo como los muy c*brones de dueño y perro desaparecen rápidamente de mi vista.
¡Tranquilo, Cananas, no pasa nada!.
La próxima vez paso de apartarme y que se aparte si quiere el perro, pensaba quien esto os cuenta mientras compruebo como la maneta del embrague se ha partido por la peor parte: por el soporte.
Intento hacer una ñapa con alambre y bridas, pero al comprobar que no funciona, opto por arrancar la moto, empujar un poco y meter primera a capón para conseguir salir de allí.
Cambiando a capón, sin embrague y calculando muy bien la duración de los semáforos antes de llegar a ellos, conseguí llegar hasta el garaje antes de que la luz desapareciese del todo.
Ahora me queda buscar una maneta para la susodicha. Se admiten sugerencias.
Pues nada, que esto ha sido la de hoy, siete de enero de 2012.
Saludos para todos, en especial para los amantes de los “jierros”, y
uves. rafagas y gasssssssss!!!!!!!!!!
......me voy detras con el coche 
